Almudena y yo nos conocíamos de hace tiempo y ya tenía en mente una remodelación de su clínica de optometría situada en Ceutí, Murcia. Su trabajo es singular cuanto menos porque no es una simple óptica. Almudena está especializada en la salud visual y ya no es sólo ver si tienes miopía o astigmatismo, sino que sus diagnósticos van más allá de ponerte unas gafas en la cara. Además, su actividad está directamente relacionada con los niños y el diagnóstico de las enfermedades visuales a una tierna edad.

Su local había evolucionado, como evolucionan muchos negocios: a tirones y remiendos, trabajando en mejorarlo cada día, pero sin un plan más allá del trabajo y de apagar incendios. Le faltaba acomodar su negocio a su persona. Y así lo hicimos.

En un principio se diseñó un concepto, pero este concepto se descartó posteriormente porque llegó antes de tiempo: todavía no se había creado su marca, Aloho. Ahora, con su marca completamente creada, se modificó la idea original y se adaptó a los nuevos colores de la empresa y a sus valores.

Para empezar, se genera un espacio diáfano sólo dividido por una estantería ligera realizada en metal para colocar distintas gafas. En la fachada se deja ver por la ventana frontal la zona de juego y espera de los niños mientras los adultos, desde la sala de espera detrás de la estantería, pueden vigilarlos. Al frente también se sitúa el despacho donde Almudena pasa consulta, de tal manera que a un simple vistazo desde fuera se puede ver la actividad que se realiza en el interior.

Después de una prueba moviendo la disposición de los muebles, los niños de la calle son atraídos por el ambiente del interior. Y Almudena me contó que en alguna ocasión han arrastrado a los padres al interior del local porque, al ver que los niños se lo pasaban bien, decían a sus padres “que a lo mejor deberían quedarse un rato porque ellos tampoco veían bien”.