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Este restaurante se realizó con la intención de crear una nueva marca de sushi, con un nuevo ambiente, en la zona de Campoamor. La ubicación del restaurante era excepcional, en el mismo centro de la Dehesa de Campoamor, cerca de un centro deportivo y zona de gimnasio y pádel.
El anterior uso del local también había sido de hostelería y necesitaba una adecuación: techos inclinados con una volumetría rara, suelos desgastados y una barra tan vieja como mi abuela.
Lo primero contra lo que luchamos fue en la realización del falso techo. Teníamos un techo invertido que iba haciéndose cada vez más bajo conforme entrabas al local. Esto generaba una sensación de apertura hacia las dos fachadas, pero al mismo tiempo generaba una incomodidad por la baja altura en el centro del local. Para solventarlo creamos un falso techo que, a modo de olas de mar, iba ondulándose de modo que la transición entre estas sensaciones se mitigaba. Asimismo, con la utilización de la madera como elemento principal se conseguía un aislamiento acústico y sonoro espectacular en el que no se escuchaban las conversaciones de los demás comensales, a diferencia de lo que ocurría al principio de la reforma.
Para las paredes se utilizó el mismo patrón de madera que en el techo, creando zonas ajardinadas para aumentar el confort visual al espacio.
La barra de trabajo fue pensada para su uso desde el interior, pero no para su utilización desde el exterior. Se planteó como un elemento masivo recubierto de piedra con vetas ocres para fundirse al mismo tiempo con la zona refrigerada vista del servicio de cerveza.
Para separar los espacios de manera sutil se utilizó el acabado del suelo para delimitar la zona de paso con hormigón y la zona de estancia con un porcelánico de acabado madera.
El espacio de la cocina también fue planificado al detalle para que toda la maquinaria cupiera en un pequeño espacio pero al no ser la zona más “sexy” del mundo para enseñar nos lo reservamos para otra ocasión.